lunes, 16 de enero de 2017

¿Eres patoso?

Hola queridos lectores. Hoy me dirijo a vosotros para contaros (a los que no lo sepáis aún) el grado de torpeza máxima al que aspiro en la vida. Probablemente muchos ya lo sepáis, puesto que lo compartí "casi" en directo a través de instaStories de Instagram, pero una vez pasados un par de días, y viendo que no ha sido nada grave me apetecía contarlo, como siempre, dándole mi toque me humor. Aprovecho la media hora que me queda entre que llego del cole y me voy a la biblioteca, mientras me como unas lentejas "descongelás" despacico (que buenas están madre, gracias 💙).

Desde el jueves pasado vuelvo a estar instalado en Albacete, tras las laaaaaaaaaa(∞)aaaargas obras que me han mantenido lejos de aquí alrededor de dos meses. Debo decir que ha merecido mucho la pena, todo más amplio y más moderno, vamos, muy "chic para mí" #jajaja (tenía que ponerlo).

El caso es que el sábado por la mañana como buena señora de mi casa me dispuse a poner lavadoras con trapos y elementos varios de la post limpieza de la obra. Todo iba bien hasta aquí, pero una pequeña voz en mi cabeza me decía: "date una vuelta por la cocina, algo no va bien" y PUM, en efecto, no iba nada bien. Tras una gran reforma para tener una preciosa cocina de concepto abierto, en unos segundos, yo la transformé en una gran piscina donde hacernos unos buenos largos del lavavajillas a la lavadora y de la lavadora al lavavajillas.

Total, que mi cara de gilipollas y yo (pensando en la vecina de abajo #pobrecitamia con su piso lleno de cataratas preciosas de agua) nos dispusimos a encontrar el origen de tanta agua. Efectivamente el desagüe de la lavadora no estaba bien instalado (gracias fontanero) y mientras escurría "mochos" infinitos y diversas balletas súperabsorbentes, procedí a arremangarme la bata de estar por casa (que uno ya no sabe vivir sin ella), con tan mala suerte que mi querido iPhone 6S color oro (todo hay que decirlo, es precioso y lo adoro), se salió del bolsillo y no pudo aterrizar en los 15 metros cuadrados de cocina que casi quedaban libres de agua, si no en la pizca de cubo con 5 o 6 palmos de agua (que llevaba ya recogidos), hundiéndose hasta el fondo sin yo poder remediarlo.

Casi instantáneamente lo rescaté, dando un traspiés y escurriéndome con la poca agua que quedaba aún en el suelo... Así que ahí estaba yo, tirado, mojado, con un dolor insoportable en la espalda por el golpe y mi pobre iPhone en la mano, mojado pero vivo, parecía ser... De manera muy instintiva aspire con la boca el agua que pudiera haber entrado por diversos agujeritos/altavoces/puertos del teléfono, secándolo lo mejor que pude y comprobando que todo seguía funcionando correctamente. 

En esas entre medias, la lavadora (que se me había olvidado apagarla) decidió volver a tirar más agua y yo, triste, preocupado, magullado y desesperado tuve que dejar el teléfono aparcado unos segundos e intentar cortar la fuente de agua que manaba del dichoso cacharro. 

Finalmente, una vez secadas las Lagunas de Ruidera de mi cocina y habiendo desenchufado la lavadora (esta vez sí), apagué mi teléfono y lo sumergí en un gigante tupper lleno de arroz. Aunque en ningún momento se llegó a apagar o a hacer alguna cosa extraña, por precaución, tomé esa decisión. 

Después de dos largos días, el móvil sigue ahí y no se cuantos días lo dejaré. De vez en cuando remuevo el tupper y le hablo, para que no se olvide de mí y así, intentar no perder la esperanza. Os seguiré informando. 

Gracias por leerme, ¡os adoro!
Mr. Horrible :)


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